El día comenzó tranquilo para David, lo cual apreció después de la noche anterior. Pasó la mañana limpiando los ataúdes expuestos en el salón de ventas. Limpiando cada pulgada del cuarto revestido de teca, quitando el polvo inexistente de los estantes que sostenían las diferentes urnas. La sala de exposición siempre estaba impecable ya que la muerte es un gran negocio. La relajante música de fondo, diseñada para promover las ventas, se sumó a la creciente monotonía. Seguía pensando en la mujer de su visión. La euforia lo invadió de nuevo, sus palabras se repetían en su mente: “Sigue los detalles”, dijo ella, pero ¿qué detalles? Sus palabras tenían un significado, pero no sabía exactamente cuál era. ¿Podría ser sólo su imaginación? Sabía que la respuesta era no. No había manera de que su mente crease tal visión. En el fondo sabía que su capacidad para observar los detalles era inusual. Tal vez fue su entrenamiento en artes marciales de niño lo que perfeccionó sus habilidades. ¿Podría ser esta la razón por la que se comunicaba con él?
David se dedicó a pulir las urnas. Mientras frotaba su trapo sobre la pequeña vasija de metal, sus pensamientos se desviaron. Necesitaba comprar más absenta, el líquido verde le permitía dejar su cuerpo, viajar y aprender. Quería volver a ver a la mujer en sus visiones y hacerle algunas preguntas. Las visiones siempre terminaban demasiado rápido para su gusto. Varias veces había intentado beber un segundo trago, para prolongar la experiencia. Nunca funcionó. Una vez que estaba de vuelta en esta realidad, en su cuerpo, la conexión se perdía. Siempre tenía que esperar al menos 24 horas antes de poder volver a viajar. A veces al mismo lugar, pero la mayoría de las veces no tenía control sobre dónde iba, o qué veía. En cuanto terminase su turno se dirigiría al puerto para conseguir más.
El jefe entró e interrumpió a David mientras movía la última de las urnas a su lugar. “Una recogida en la ciudad” dijo, con su habitual voz monótona, sujetando un expediente. “Accidente de moto… llévate a Simon. Beck está ocupada con el papeleo y Paul aún no ha llegado”. “Sin problema” dijo David mientras colocaba la caja de limpieza detrás del panel oculto de la pared. Emocionado por salir de la oficina, se dirigió a la puerta. Cuando David fue coger el expediente, el jefe lo paró y le dijo en voz baja: “Vigila a Simón. Es su primer accidente de moto”. David asintió con la cabeza, cogió el expediente y fue hacia el garaje.
Simon estaba limpiando las llantas del coche con un trapo cuando David entró. “Simon, ¿qué estás haciendo?” preguntó retóricamente. Simon le miró por encima del hombro con una expresión de aburrimiento extremo. “¿Qué te parece que estoy haciendo?” le respondió. David ignoró el sarcasmo “Vamos, tenemos una recogida en la ciudad” Simon miró a la oficina como si buscara al jefe para que este le salvase. Entonces se puso de pie, tiró el trapo al cubo y cogió su chaqueta.
Agradecido de estar fuera de la oficina, David condujo el mercedes negro hacia la ciudad. Simon estaba sentado en silencio observando la carretera. “¿Qué relación tienes con el jefe?” David preguntó. Simon miró hacia abajo. “Es mi tío” dijo en voz baja. “Ah, eso pensaba”, se rió David, “así que es así como has conseguido el trabajo”. Simon se sonrojó: “Mi tío quiere que me haga cargo del negocio en un futuro. No tiene hijos propios” explicó. David no respondió. Había escuchado suficiente. Por ese motivo este chico recibía un tratamiento especial. “¿Qué dice el expediente?” preguntó David, cambiando de tema. Sabía muy bien lo que le pasa a un cuerpo humano en un accidente de moto. Las muertes por accidentes de moto eran el pan de cada día. Simon abrió el expediente y leyó. Hombre, 21 años. David sacudió la cabeza. “Joven y estúpido” dijo. David sabía que los accidentes son inevitables, mortales o no, son inevitables.
Los policías habían cortado el camino cuando David y Simon se acercaron. Había gente por todas partes. Parecía un motín. David asintió con la cabeza al policía que estaba a cargo de la barrera y este la movió a un lado, lo suficiente para dejarlos pasar. Alrededor de 50 familiares y amigos del muerto estaban gritando y chillando de rabia. Los policías luchaban por contenerlos. Cuando la multitud vio
el coche fúnebre, se volvieron más agresivos. David miró a la multitud furiosa y miró a Simon que estaba claramente muy asustado. La masa de gente empezó a empujar a la policía intentando llegar hasta el difunto y así evitar que recogieran el cuerpo. El policía a cargo corrió hacia el coche de David. David abrió la ventana. “Haced vuestro trabajo lo más rápido que podáis” dijo el policía con preocupación en su voz. David y Simon se miraron el uno al otro “Vamos en cinco” dijo David. “Uno, dos, tres, cuatro,….cinco”
Ambos abrieron las puertas y corrieron desde el coche hasta la sábana blanca que cubría el cadáver en medio de la carretera. David levantó la sábana y la vista le impactó. Dio un paso atrás mientras su mente trataba de procesar lo que estaba viendo. El cuerpo tenía una forma contorsionada completamente antinatural. Una pierna estaba cerca de la cara y la otra sobresalía de la parte posterior del torso. Parecía que todos los huesos del cuerpo estaban rotos. David se detuvo durante unos segundos mirando el cuerpo, después miró hacia la intersección y vio una larga marca de frenada del neumático en el camino que conducía a los semáforos. La moto estaba destrozada, sólo quedaba un montón de escombros junto a una pared cercana. El motorista había chocado contra una farola. A juzgar por el estado de la moto y la ubicación del cuerpo, el chico había ido a gran velocidad. Perdió el control en la curva cerca de la parte inferior de la colina y chocó contra la farola. El cuerpo había seguido volando por el aire a alta velocidad antes de chocar con un coche blanco que había aparcado a unos 10 metros de distancia.
La multitud se hizo más fuerte y se puedo escuchar el sonido de una botella partiéndose contra el suelo. “Vámonos de aquí” gritó Simon mientras dejaba el sudario para cadáveres en el suelo. Trataron de meter el cuerpo deformado dentro del sudario pero como todo estaba roto tuvieron no les fue fácil. Era como si intentaran levantar una bolsa de líquido. Luchando, se las arreglaron para meter el cuerpo en el sudario tan rápido como pudieron. Simon corrió hacia el coche para coger la camilla mientras David cerraba el sudario con la cremallera. Una vez que subieron el sudario a la camilla, corrieron de vuelta al coche. Otra botella se rompió en el suelo y otros objetos empezaron a volar en su dirección desde la multitud. Rápidamente metieron la camilla en la parte trasera del coche y cerraron la puerta de golpe.
Simon subió al coche de un salto. Cuando David estaba a punto de entrar, uno de los bomberos gritó y apuntó en dirección a un coche que estaba al otro lado de la carretera. David vio otra sábana blanca más pequeña entre los coches. “¡Mierda!” maldijo, mirando a la multitud que estaba casi atravesando la barrera de la policía. Corrió hacia la sábana y vio que debajo de ella estaba uno de los brazos del motorista, que había sido arrancado a altura de la axila. Sujetó el brazo por el hombro y corrió hacia el coche. Al llegar al coche le hizo una señal al policía a cargo, pero con el brazo en la mano parecía que estaba saludando con el brazo del muerto. Al ver esto la multitud se volvió incontrolable. El policía gritó “Fuera de aquí” y corrió hacia delante para evitar que la furiosa multitud atacara el coche.
David saltó al asiento del conductor y lanzó el brazo ensangrentado al regazo de Simon, después encendió el motor y pisó el acelerador. Mientras se alejaban de la locura, David miró a Simon. Estaba mirando el brazo en su regazo, su cara tan blanca como la sábana que había cubierto el cuerpo. “¿Qué?” David dijo: “¿Nunca has visto un brazo cortado?”, cogió el brazo y lo metió en una bolsa de plástico entre los asientos para dirigirse al tanatorio de la ciudad.
Después de entregar el cuerpo al forense, se sentaron a esperar en el pasillo hasta que se terminase el papeleo. David se sentó sosteniendo la bolsa de plástico con el brazo colgando de ella. “Por poco…” dijo Simon, “Pensé que no saldríamos de allí sin pelear”. “¿Sabes cómo luchar?” preguntó David. “Nunca he tenido una pelea”, respondió Simon. “He oído que tú sí sabes defenderte” continuó. David asintió con la cabeza pero no dijo nada. En ese momento entró el jefe y vio la bolsa
de plástico. Simon se enderezó cuando vio a su tío. “¿Qué es eso?” preguntó el jefe, señalando la bolsa. David la levantó, “Es un brazo” respondió “del motorista”. La boca del jefe se abrió y sus ojos se abrieron de par en par, en estado de shock. “¿Qué coño haces con eso aquí?” gritó. Cogió la bolsa y desapareció por la puerta hacia la oficina del forense. David se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas y miró a Simon “Puedo enseñarte a pelear”
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